domingo, agosto 26, 2007

LOS SOLES OBLICUOS

a Rosario Chavez.

Los retornos tienen algo de impiedad
entierros, voces vecinas,
el rostro sobre el espejo
es una lámpara que arde la memoria.
De niños chupábamos naranjas,
tras los perfumes de jacarandá
tiramos carozos del otro lado del mundo.
- los gestos del adolescente corrían de los
diarios íntimos a calabazas de medianoche-
Nos armamos del idioma extranjero
para nombrar el nombre de las cosas,
era tan fácil el paraíso
era tan fácil sentarse en las "tabernas",
ladrones putas y viajantes
tomaban vino, manojos de pan
y agua desparramada.
Con Rosario Chavez
teníamos esas conversaciones
en los soles oblicuos de Leningrado.
Desde el racconto de una historia inconclusa,
al paso de las fronteras suizas e italianas
vimos decrecer a los mecanos
la obsesión por los misiles
la patria como barco encallado después de la llovizna.
Nos dispersaron la memoria
la sangre que viene y vendrá por tejados y azoteas
atardeceres de Florencia en las cañas de Tucumán
el cielo volátil.
Los aeropuertos se acostumbraron a la pasión.
Hay cosas que van quedando
al mirar tristísimos de reojo
las ciudades que hemos muerto
a luz de candelabros subidos en los
almacenes. Fuimos bebedores de té
entre persianas a media tarde
y pasos repentinos.
Ahora la mancha de humedad
es la mancha de humedad.
Ahora los paisajes son una película ciega.

LA ORILLA

Soy la mujer de la cabeza inclinada
tengo una orilla que bebe ningún río,
si fuera patio una torre
subiría dentro de mí,
una planta.
Veo un resplandor magnífico
en el áspero sentido de supervivencia del pez,
es una tiza blanca que nada como si el patio
existiera.
Veo a la escribiente en su diario de noche
escribir
quisiera enamorarme, enamorar,
no tener esta certeza
las arenosas visiones,
un animal muerto sobre la arena,
la piedad.

domingo, agosto 12, 2007

ZAMBA

Mi madre canta y un pañuelo
levanta el aire de la tarde
días de invierno, otoño
parecen detenerse alrededor de su voz
yo también me detengo
justo en el silencio de su garganta

La Resaca de Dios

Los puertos tienen una rara nostalgia
tabernas que la memoria alucina
como la resaca de dios,
como la lluvia que cae mansamente.
Los puertos traen una rara nostalgia
como costas que salieron de rumbo
en la ebriedad del sueño
una mujer oscura aborda un piano
y su música deja caer el óxido
que la marea acompaña
como la resaca de dios
como puertos acosados en la búsqueda
de náufragos, bitácoras, bajos fondos
islas que no cesan.

jueves, marzo 15, 2007


Taller Literario
A Claudio Ostrej
A Maria Elena San Martin
A Claudio Valetti


Fuimos viajantes del transiberiano
entre la noche y el vértigo de amanecer, casi niños.
Poesía, déjanos hablar,
llegar hasta el fondo.
Escribir

poesía era
el paso de Gerard Philipe bajo la lluvia.
Fotos y sombras disipándose entre los dedos,
el retumbe de una avellaneda triste
en su marcha hacia plaza de mayo
el resplandor de la palabra socialismo
agitándose en el agua.

La memoria traiciona detalles
del rostro de esos jóvenes.

Alguien se parece a nosotros.
Alguien se parece a lo que fuimos

Queríamos llegar hasta el fondo del viaje de Cendrars,
tomar ese tren de estaciones ardientes
y atravesar el mundo como un cuchillo filoso.

No teníamos más que la poesía.

Después de todo, comprobamos
que podía arder como fogata.
Arder sola,
no ser relámpago, ni avispa
Ni nada.
(inédito)

miércoles, enero 24, 2007

El baile te confunde


el baile te confunde
mi voz de guerra que sube a paso rápido
es un reflejo.
No confíes en atajos en viajes imprevistos,
en el lápiz labial que surca mi boca
en la manera en que accedo al borde de las cosas
en mi tacto
no confíes.

no te acerques
a este mundo de paisajes inacabados
donde todavía pertenezco

no confíes
en la transparencia del ala del insecto,
esa membrana que se agita en su encierro de vidrio.

sé de una distancia que cruza el hemisferio y se deshoja

deja esas teclas que susurran en la alcoba contigua
para otra ocasión.


no beses mi nuca
que el amor sea el resto de sombra en los cuerpos inquietos.

Datos personales

Mi foto
Nací en Buenos Aires, en la mitad de una década y la mitad de un siglo,casi en primavera. De mi infancia recuerdo el viajar de mi padre y el cantar de mi madre. De ellos heredé el ansia y la creencia en cambiar el mundo. Tengo su constancia. Viajé por el mundo, fui, vi y volví, pero nunca cante. El primer libro de poemas que leí fue uno de Nazim Hikmet. Leía y leo todo cuanto llegue a mis manos. Participe del taller Mario Jorge de Lellis alrededor de los años 74.Sobreveví la dictadura,pero perdì amigos en ese trayecto. Después con Sergio Kisielewsky, Leonor García Hernando, Luis Eduardo Alonso,Juano Villafañe, Susana Silvestre, Ricardo Mariño y Alvaro Jiménez, editamos la Revista Mascaró por el año 85 hasta el 88. Cuando no escribo pinto y dibujo y cuando no dibujo y pinto, escribo. Y escribir calma mi silencio. Tengo tres libros publicados "Acerca de Nosotros", "los soles oblicuos", "la distancia es esta frontera que se mueve" y otros en preparación